Socio en López & Gómez
Abogados
Sin
duda, a pesar de los tópicos, la abogacía es una profesión harto complicada, un
cáliz que en ocasiones resulta amargo. Nos vemos inmersos en el epicentro de
una gran tormenta en la que confluyen no sólo la pugna de intereses con la
parte contraria, cuya dirección letrada siempre es asumida por otro compañero
que ha puesto todo su diligencia y conocimiento en su defensa; sino con las
propias circunstancias que acompañan al cliente. A ellas se suelen sumar
ciertas inquietudes sustentadas por el mal consejo de su entorno y de internet;
y con aquellas derivadas en ese batiburrillo de elementos que se cuecen a fuego
lento en el juzgado, como son los propios medios con los que éste cuenta, los
trámites y resoluciones procesales, que inciden en el desasosiego y
desbordamiento de nuestro cliente al verse sumido en tal páramo judicial.
Así,
para poder hacer más llevadero el tránsito de este sendero profesional, plagado
de no pocas tribulaciones, por fortuna siempre he encontrado tanto el amparo de la familia y de las amistades
también ejercientes –a los que siempre estaré agradecidísimo–, así como de
aquellos abogados que dejaron su impronta literaria. Uno de ellos es don ÁngelOssorio y Gallardo. Se acerca el aniversario de su muerte (19 de mayo de
1946) y quisiera honrar la memoria de
este abogado cuya trayectoria profesional y vital estuvo marcada por su
honestidad y su actuar consecuente.
Este
insigne personaje plasmó su experiencia acumulada de sus años de ejercicio en
la obra titulada El Alma de la Toga (1919),
de la cual me gustaría destacar las reflexiones
deontológicas recogidas al final de la misma y expuestas a modo de
decálogo. Las expongo aquí por si pudieran ser objeto de interés y reflexión en
el discurrir profesional del compañero que las precise. Estas son:
II. No afectes una convicción que no tengas.
III. No te rindas ante la popularidad ni adules a la tiranía.
IV. Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti.
V. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados, pero no consientas ser menos.
VI. Ten fe en la razón, que es lo que, en general, prevalece.
VII. Pon la moral por encima de las leyes.
VIII. Aprecia como el mejor de los textos el sentido común.
IX. Procura la paz como el mayor de los triunfos.
X. Busca siempre la justicia por el camino de la sinceridad y sin otras armas que las de tu saber.
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Foto inicial: pexels
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