Autora: Virginia García Galindo, Coach educativo
Maestra de primaria en C.E.I.P. Clara Campoamor
(Alhaurín de la Torre)
Maestra de primaria en C.E.I.P. Clara Campoamor
(Alhaurín de la Torre)
Decía
Henry Ford aquello de “Tanto si piensas que puedes como si piensas
que no puedes, estás en lo cierto” otorgando todo el protagonismo
en su vida al individuo que la vive; que en este caso puedo ser yo o
bien podrías ser tú y así realizar un ejercicio en primera
persona.
Y es,
precisamente, de ese papel protagonista, del que vamos a hablar.
Cierto es que en los últimos años nos han hecho poner el foco en el
desarrollo personal, en la importancia que tiene la adecuada gestión
de nuestras emociones en nuestras vidas y en un manido “tú puedes
conseguirlo si te lo propones” que nos hace llegar al agotamiento y
nos regresa al mismo lugar del que, precisamente, queremos huir.
Y,
aquí es, dónde desde mi experiencia personal y profesional, hace su
aparición estelar el coaching.
Me gustaría poder librarlo de prejuicios y poder así entenderlo
desde una mente de principiante, necesaria para poder seguir
observando el mundo cuando ya somos adultos y continuar aprendiendo.
El coaching tiene sus orígenes en la mayéutica socrática que
consistía en llegar al conocimiento a través del cuestionamiento,
asumiendo la idea de que la “verdad” se encuentra en el interior
del individuo y es propia a uno mismo.
“El
coaching (…) es una manera de gestionar, de tratar a las personas,
de pensar, de ser y estar.”(Whitmore,2009). Y una poderosa
herramienta para gestionarnos a nosotros mismos: gran asignatura
pendiente de nuestras vidas. El autoconocimiento es el punto de
partida para comenzar ese cambio que tanto anhelamos. ¿Quién no
quiere cambiar algo en sus vidas?¿Quién no tiene guardado algún
sueño sin cumplir? Gracias a los procesos de coaching personal o
profesional, las personas o las empresas, sociedades, etc.; inician
una búsqueda ajustada de qué es lo que realmente necesitan, una
definición de objetivos alcanzables y una responsabilidad consciente
de que sólo su acción y compromiso les llevará al éxito.
Rige,
en los procesos de coaching, un principio normalizador. Tanto si es
un proceso llevado a cabo en una gran multinacional con miles de
empleados como si es un proceso personal motivado por una crisis
familiar nos encontramos que todo está condicionado a la gestión
correcta de nuestras emociones a nivel intra e interpersonal, y
subrayo la palabra gestión
y subrayo la palabra emociones.
Parémonos a pensar, ¿con qué material trabajo? Material humano y
soy, además, la pieza más importante de esa maquinaria.
Por lo
tanto, es sencillo pensar que la formación en inteligencia emocional
se hace indispensable en nuestra labor profesional. Por lo tanto, es
lógico pensar que a través del coaching consiga objetivos que hasta
hace poco eran, según mi lenguaje interior limitante, inalcanzables.
Cambiar
es posible y requiere un compromiso real. El coaching te ayuda a
crear esa estructura sobre la que ver crecer esas ideas, esos
objetivos que tienes en la carpeta archivados esperando ese “algún
día”. En palabras de Antonio Machado “Hoy es siempre todavía”; así
que hoy puedes comenzar a generar ese cambio, todavía puedes generar
nuevas posibilidades en tu vida.
Y,
ahora, contéstate a estas preguntas:
- ¿Cómo te gustaría verte dentro de unos años?
- ¿qué está haciendo para conseguirlo?
- ¿qué podrías hacer que no hayas hecho hasta ahora y que dependa de ti para conseguir tu objetivo?
- ¿qué es lo peor que podría pasar si lo intentaras?
- Entonces, ¿a qué estás esperando?
Así que era tan sencillo como que tú, exclusivamente tú, eres el protagonista de tu vida, de lo que te sucede y de lo que no sucede nunca, de tus excusas y de tus compromisos, de tus logros y tus “resultados mejorables”. Aquél que crea sus propias realidades o se acomoda a ellas. Por eso, tanto si crees que puedes como si no, estarás en lo cierto y tanto si consideras útil el coaching como si no, seguirás estando en lo cierto.
No es
una excusa, es algo personal.
Si te gustó esta entrada, tal vez te interesará leer
-Holocracia, ¿un despacho sin cargos ni jefes?
-Conoce mejor a tus clientes
-¡No hay otro momento mejor que este! Las nuevas competencias del abogado
Foto inicial: pexels