Francisco Sánchez Jiménez
Abogado (y también padre)
Voy a empezar desmontando un estereotipo que en cierto sentido
sigue subsistiendo, aunque por suerte cada vez menos: soy padre y en casa, soy
yo quien se encarga de los niños.
Tengo dos de corta edad (5 y 3 años) y mi mujer posee y atiende
ella sola una tienda con horario comercial. Léase, con cierre al público
bastante tarde, a horas intempestivas en algunas épocas como verano o Semana
Santa. Ello conlleva que a diario, no mas allá de las 18h tenga que estar en
casa y aún así necesito alguna ayuda externa para días de reuniones tardías o
imprevistos en el despacho.
¿Posible? Claro que sí ¿Difícil? Sin duda alguna.
Lo primero que me planteé cuando nacieron los niños y mi mujer
abrió la tienda fue comprimir la jornada. Empezar antes la jornada, cerrar
menos tiempo al medio día (o ni tan siquiera hacerlo) y salir más temprano del
despacho. No fueron pocos los que, con toda su buena fe, me advirtieron: los
clientes querrán verte después de su jornada laboral o en cualquier caso bien
tarde. Y nos les faltaba razón. Sin embargo mi planteamiento, no exento de
riesgos por supuesto, era: yo no le impongo al médico la hora a la que tengo
que acudir a la consulta, no se me ocurre hacer lo propio con el dentista; ni
tan siquiera puedo hacerlo cuando algún profesional tiene que venir a mi casa.
¿Por qué tanta sumisión a los clientes? Bueno, tampoco se trata de ser demagogo,
vivimos de ellos y sin duda esto conlleva una cierta pleitesía, pero ¿hasta
dónde? o mejor dicho, ¿hasta qué hora?
No es fácil empezar a decir que solo das citas de 16h a 18 h o
incluso por la mañana o, peor aún, a la hora del almuerzo, pero en mi
experiencia es algo que es factible conseguir si te lo propones. No he sentido,
tengo que reconocer, excesivo rechazo en los clientes, aunque a veces me han
insistido en retrasar una cita. Supongo, para qué negarlo, que habré perdido a
alguno o que algún otro se lo haya pensado más de dos veces antes de seguir
contando conmigo. No me he parado a hacer una comparativa, pero si así ha sido,
no lo ha sido de una manera tan notable que me haga replantearme mi decisión.
Curiosamente, a veces incluso ha sido algún compañero el que me ha achacado no
poder reunirme a las 20h o pretender hacerlo tras el almuerzo.
La conciliación laboral y familiar está muy en boga Cada cual con su vida (y su horario). Faltaría
más. Pero no pretendo sonar engreído cuando digo que a los clientes también se
les enseña. E igual a ellos les encantaría de disponer de mí a la hora que
quieran, y durante mucho tiempo así fue, pero ahora, mis deberes (es decir, mis
placeres que nos son otros que mis hijos) son los que me esclavizan. últimamente. La adecuación al horario Greenwich tal y como por
situación geográfica nos correspondería, la reducción de horarios de apertura,
la sensibilización de la sociedad al descartar los históricos roles según
género, etc, son medidas que al parecer están sobre la mesa. No seré yo quien
pretenda hacer campaña por ello, ni tampoco seré el que critique al que quiera continuar
con las largas siestas y las jornadas hasta las 21h o 22h de la noche.
¿Conclusión? Pues lo dicho: ¿Posible? Claro, ¿Difícil? También.
Si te gustó este post, quizás te interese leer:
¿Abogacía slow?Abogado, ¿profesión de alto riesgo?
Buenos días Francisco.
ResponderEliminarAnte todo, darte la enhorabuena por el artículo y coincidir contigo en que ¡por supuesto que se puede cambiar la jornada laboral para conciliar mas! No solo para las obligaciones familiares, sino para con nosotros mismos.
Hace 7 años, cuando nació mi segundo hijo, yo también adopté esa decisión: visitas por la mañana y mediodía y finalizar la jornada a las 18h iniciando la misma a las 7,30. Siempre hay excepciones y para ellas buscamos ayuda, pero con una buena organización y la planificación en casa ¡todo se consigue!.
En aquel momento mis compañeros me dijeron que eso iba a ser imposible, que mis clientes no vendrían al despacho en ese horario. Y ¿sabes que pasó? Pues con los clientes absolutamente nada. Se adaptaron perfectamente, y a las empresas acudo yo a su oficina en su horario laboral, así que en este aspecto han mejorado el servicio que ya tenían.
En mi calidad de vida, por supuesto que todo ha mejorado, así que, aunque es difícil ¡se puede! ¡por supuesto!
Enhorabuena.