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Escena de La conspiración |
La conspiración (The
Conspirator, Robert Redford 2010) fue la película elegida para la
tercera sesión de la V edición del Ciclo de Cine y Derecho que, como cada año,
organiza nuestro Colegio. La película analiza el proceso penal a los sospechosos de organizar el asesinato del presidente,
centrándose en el caso de Mary Surratt, única mujer entre los acusados.
Emilio
Calderón, escritor e historiador (su obra más reciente es La
Biblioteca) fue el encargado de presentar la película. Para empezar,
situó el contexto histórico. La acción transcurre en el año 1865, punto
álgido de la guerra de Secesión entre el Norte y el Sur de Estados Unidos, que
se inició precisamente con la llegada al poder de Lincoln en 1861. Emilio
Calderón señaló que en sus orígenes, el plan de John Booth (autor material del
magnicidio) y sus colaboradores era secuestrar al presidente, para forzar una
negociación y un posterior intercambio de prisioneros. Sin embargo, el
plan cambió al conocerse la intención del presidente de otorgar el
derecho de sufragio a los esclavos. Este hecho determinó que el objetivo pasase
a ser el asesinato del presidente. Los conspiradores querían desestabilizar
todo el sistema, asesinando también al vicepresidente Johnson, al
General Ulysses S. Grant (general en jefe del ejército de la Unión) y al
secretario de Estado, William H. Seward y derrocar así al gobierno.
En la introducción,
Emilio Calderón adelantó los principales temas que surgirían en el
debate: la tensión política presente en toda la película, la vinculación del
mundo político y el jurídico, así como el hecho de que los acusados, civiles,
fuesen sometidos a un juicio militar. Por último avanzó algunas de sus
críticas a la película: su supuesta falta de objetividad y el hecho de no
mostrar toda la complejidad del proceso judicial. Para él la película, a pesar
de su corrección formal se ve lastrada por la presencia nada sutil
de las tendencias políticas de su director, Robert Redford.
Precisamente ese fue el
reproche que parte de la crítica cinematográfica nacional e internacional hizo
a la cinta de Redford, acusándola de ingenua por un lado, en cuanto al
tratamiento y fría en cuanto a la capacidad de emocionar e interesar al
espectador. Es innegable la huella personal de su realizador en la
película, cuya trayectoria siempre ha
reflejado su compromiso personal en la defensa de los valores democráticos.
Desde el punto de vista
jurídico, queremos destacar tres aspectos que fueron objeto de discusión en el
debate
- Uso político de la justicia: si la base de la democracia es la división de poderes, la película cuestiona la continua intromisión del poder político la labor del poder judicial, intentando controlar y determinar el resultado del proceso.
- Legitimidad de los procesos judiciales y policiales utilizados. Ya se ha mencionado el hecho de que el proceso se llevó a cabo ante un tribunal militar, con las consecuentes diferencias en cuanto a las garantías procesales para los civiles. La película describe con detalle las penosas condiciones en las que están recluidos los acusados (es evidente la denuncia de Guantánamo en este punto) que permanecen encapuchados y se les quita la capucha sólo cuando están ante el tribunal. Mary Surratt, por su parte, permanece incomunicada durante un mes tras su detención.
- La ética del abogado ante la defensa de determinados clientes, que se refleja en las dudas personales que atormentan al joven abogado y convencido defensor de la lucha del Norte, Frederic Aiken (James Mc Avoy en una acertada actuación) cuando se ve obligado a aceptar el caso de Mary Surratt (interpretada por Robin Wright). La evolución del personaje de Mc Avoy ensalza el derecho a la defensa como garantía fundamental, por encima de otras consideraciones. En la narración del proceso volvemos a encontrarnos con el trasfondo del 11-S. Tras un suceso que cambia radicalmente el entorno, el poder político quiere una justicia rápida y eficaz, lo que puede chocar, como sabemos, con los fundamentos de un Estado de Derecho.
Es inevitable hacer el paralelismo con Kennedy cuando
se analiza el asesinato de Lincoln, como nos recuerda Francisco Fernández
Zurita (coordinador del Ciclo) en la ficha sobre la película: conspiraciones
frente a lobos solitarios, defensa de ideales que levantan ampollas entre
sectores poderosos de la sociedad y la economía y una coincidencia curiosa: en
ambos casos, los presidentes asesinados fueron sucedidos por un vicepresidente
apellidado Johnson. No podemos adentrarnos más sin desvelar detalles de interés, por lo que os animamos a ver o a revisar la película.
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Imagen inicial tomada de http://theamericanfilmcompany.com