Tras el último Café Críminis, que referimos en nuestra anterior entrada,
le pedimos a María Dolores López Márfil que nos diera su particular visión sobre la
presentación de Ignacio Gordillo. Se abre el debate.
Autora:
María Dolores López Marfil.
Abogada.
La tarde del jueves 26 de abril
la pasé en nuestro Colegio de Abogados, ya que tuve la suerte de poder asistir
al Café Críminis, la charla corrió de la mano de un compañero, Don Ignacio
Gordillo, que además es Fiscal en excedencia.
Actualmente viste toga y ejerce
en el despacho Martínez- Echeverría en Marbella.
He de decir que me pareció muy
amena y práctica su conferencia pero también debo reconocer que la mayoría de
los consejos que nos regaló no son prácticos. Vamos a ver, prácticos si son, en
realidad me refiero a que son impracticables porque aunque nosotros, los
letrados de a pie, queramos hacerlos valer, de nada valen. De sobra sabemos que
no somos los letrados quienes llevamos la voz cantante, sino los Jueces o
Magistrados, los que admiten y deniegan prueba, los que siguen con el
procedimiento o lo archivan y los que tienen la potestad de tomar todas las
decisiones procesales, que nos vendrán bien a los letrados o no.
Nos decía Ignacio que agotemos la
instrucción, que no nos durmamos en los laureles y que pidamos toda la prueba
que consideremos necesaria. Yo llevo algo más de 24 años de Letrada rasa
llevando procedimientos penales, entre otros, y puedo decir que soy incansable,
que no me cunde el desánimo, aún ahora, y los que me conocen lo saben; pero he
de admitir que mucha prueba y muy necesaria, se inadmite a los letrados. En mi
experiencia, por el contrario, jamás he visto denegar prueba alguna al
Ministerio Fiscal. ¿Será que tiene que probarse la culpabilidad y no la
inocencia y nosotros-los letrados- todavía no nos hemos enterado? De hecho,
tengo en mi poder una Sentencia de la Audiencia Provincial de Málaga, cuya
sección no voy a desvelar, donde se me reclama, siendo letrada de la defensa,
el no haber llevado el testigo de cargo (de la acusación).
Cierto que el respeto es muy
importante, como así advirtió Ignacio y creo que todos los sabemos, que guardar
las formas y mostrar el respeto debido a todas las partes es la mejor manera de
actuar, pero a veces también se nos falta a nosotros. Empezando por nuestra
entrada en sala, donde nos hacen sentirnos como intrusos que vienen a dar la
lata, como por el trato que recibimos a veces por los testigos o partes
contrarias, que son permitidos por el Juez o Magistrado de Sala, gozando también
el Fiscal de esa posición superior a nosotros, los letrados. Llevan toda la
mañana en sala, conversan, dirimen, intercambian opiniones y yo diría que hasta
“confabulan” y cuentan chascarrillos con Su Señoría y porqué no, hacen una
evaluación de lo que ha sido el juicio y de la calidad del letrado y las partes,
en cuanto salimos de sala.
Pero lo cierto es que la
maquinaria jurídica sin letrados no funciona, le pese a quien le pese y debemos
seguir “dando la lata”, y cumpliendo con nuestra sublime función de defender a
ultranza los intereses de nuestros clientes, que son los que, al fin y al cabo,
nos pagan.
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